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La policía en democracia

Lo que le pasó a Lucas es inadmisible ¿Cómo puede ser que un chico que vuelve de un entrenamiento, con amigos, termine asesinado por agentes de la policía vestidos de civil? Ciertamente la Argentina tiene un problema de seguridad que requiere, en el corto plazo, el despliegue de fuerzas de seguridad en el territorio. Estas fuerzas a veces son disuasorias, a veces son preventivas, pero no podemos cruzar el límite de que estas fuerzas se vuelvan pistoleros en una ciudad sin ley.

Desde un principio es claro que el accionar de los agentes involucrados es criminal y que la misma fuerza necesita tomar medidas urgentes para investigar y castigar a los responsables directos y a sus superiores sobre lo que ha ocurrido. En segunda instancia, debemos preguntarnos cómo podemos evitar este tipo de violaciones. Como lo he expresado en el pasado, estoy convencido de que la mejor manera de lograr esto es mediante la tecnologización de las fuerzas de seguridad. El informe de la Defensoría del Pueblo “Policía de la Ciudad. Reflexiones y aportes para la construcción del Nuevo Modelo Policial” deja en claro dos elementos: la policía de la ciudad en los papeles es una fuerza moderna y democrática que se preocupa por tener una cercanía con la comunidad para poder protegerla de la mejor manera; y también es una fuerza que en muchas ocasiones maltrata, hace un abusivo de su fuerza y no esta desprovista de corrupción.

Está más que claro que para una policía en la que no se puede confiar no sirve de nada una estructura moderna. Es necesario mejorar y profundizar los mecanismos de control interno y externo y la tecnología nos puede brindar una respuesta para ello. Desde ya, la incorporación de pistolas Taser en reemplazo de las armas de fuego que usualmente portan los agentes reduciría el vector de riesgo del accionar policial. Podríamos eliminar la posibilidad mortal de una bala perdida en la vía pública. La incorporación de pistolas Taser también nos brindaría un elemento más para la auditoría. Podríamos saber cuando la pistola ha sido disparada y los agentes deberían poder rendir cuentas sobre que fue lo que motivó su uso. El estado actual del debate público sobre el rol de las fuerzas muchas veces termina en un juego de suma cero, donde un sector del público demanda mayor presencia policial y otro exige la desecutirización del espacio público. En situaciones extremas los agentes se ven desprovistos de herramientas para actuar ante el temor de castigos tanto oficiales como de la sociedad. En el entretanto, este juego de suma cero habilita a agentes corruptos a seguir operando tras bambalinas, cometiendo abusos y excesos, jugando con la vida de terceros y volviéndose jueces y verdugos.  

Esto es sólo un paso posible a tomar junto al trabajo continuo de capacitación y actualización de los agentes. No estamos hablando de elementos de geolocalización, ni cámaras. Pero ciertamente, este paso es uno en el camino en la lucha contra la corrupción y el abuso policial. Es nuestra responsabilidad que no haya más Lucas González en la Argentina.

Desde este lugar, quiero enviar mis condolencias a sus familiares y amigos. Mi deseo es que encuentren justicia, que los responsables enfrenten consecuencias -que sepan que este tipo de conductas son inadmisibles y serán perseguidas y castigadas- y que este haya sido el último episodio de violencia sin sentido que tengamos que ver perpetrado a manos de la policía de la Ciudad.

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