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¿Qué pasa en la milla 201?

Argentina es uno de los países con mayor soberanía marítima del mundo debido a su extensión territorial, lo cual lo ubica dentro de los 25 países con mayor soberanía marítima en el planeta. Cuenta con 4725 km de litoral marítimo y una Zona Económica Exclusiva (ZEE) de más de 1,5 millones de km2.

Desde hace semanas viene registrándose en el límite de la ZEE la presencia de casi 500 barcos provenientes de China, Japón, España, entre otros y de los cuales una gran parte se encuentra de forma ilegal.

El efecto de tal depredación de nuestros recursos es absolutamente nocivo para nuestro ambiente y recursos naturales, además de la perdida de US$ 2.000 millones por año, cifras que servirían sin dudas para recomponer la tan golpeada economía nacional. Esto es aún mas grave si consideramos que la situación se repite desde hace años en nuestro mar y que existen otras aristas en conflicto.

¿Qué es la zona económica exclusiva o ZEE?

Se denomina así a la franja marítima que se extiende desde el mar territorial, es decir,12 millas marinas desde la línea de base (establecidas por la ley n.º 23968) hasta las 200 millas náuticas (casi 370 km), donde cada estado ribereño tiene soberanía sobre la administración de recursos, explotación, exploración y conservación de los recursos vivos y no vivos que se encuentran en el agua, lecho y subsuelo marino.

Nuestro Mar Argentino es realmente una fuente excepcional de recursos. En él y dentro de la zona económica exclusiva encontramos recursos de todo tipo:

  • Ictícolas, con presencia de especies codiciadas en todo el globo como la Merluza Hubbsi, Polaca y de cola o el Calamar Illex Argentino y el Langostino (estos últimos cuentan con una altísima demanda internacional). Dentro de la biodiversidad de nuestro mar, encontramos un 70% de explotación pesquera correspondiente a peces y un 30% formado por moluscos y crustáceos.
  • Por otro lado, dentro de los 1.529.585 km2 de ZEE, encontramos yacimientos minerales y cuentas hidrocarburíferas de grandes magnitudes, los cuales sin dudas forman parte de un patrimonio estratégico.
  • A su vez, en nuestro Mar Patagónico existen grandes fuentes de energía marina que resultan claves en la transición energética hacia fuentes de menor impacto ambiental.

¿Cuál es la situación de nuestros recursos marinos?

Desde los primeros días de 2021, el gobierno gobierno nacional había indicado la presencia de más de 100 buques de banderas extranjeras, en su mayoría asiáticas, instalados en la milla 201, es decir, en el límite con nuestra ZEE. Dichos números oficiales son (a las claras) poco exactos y falaces, dado que según los vuelos realizados y el testimonio de pesqueros argentinos, en la milla mencionada se disponen más de 500 buques (el numero fluctúa según el día) los cuales se componen de buques poteros de pequeño y mediano porte dispuestos a la pesca del calamar : Dichos buques son particularmente utilizados por los países orientales, quienes mediante máquinas automáticas (poteras o jiggins),luces y demás técnicas desarrolladas en base al comportamiento de la especie, pueden llegar a obtener más de 20 toneladas en cada recolección.

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Esas toneladas se obtienen mediante cruces ilegales a nuestra ZEE, para los cuales las embarcaciones apagan sus equipos de rastreo satelital para no ser detectados por la Prefectura Argentina; luego vuelven a cruzar a aguas internacionales para depositar dicha carga en buques de gran porte o buques factoría que se encuentran esperándolos para reiterar tal rutina una y otra vez. Esta situación se repite desde hace años y cada vez con mayor intensidad. Además, el avance tecnológico y el crecimiento de la infraestructura pesquera de otras naciones ha permitido que la depredación se acelere, dado que hoy en la milla 201 además de poteros y buques con grandes bodegas, existe soporte a partir de buques nafteros (denominados así en el ámbito) que brindan combustible para evitar el regreso de los mismos a otros puertos para suministro. Es decir, nuestros recursos son robados cada vez más rápido.

Por otro lado, el número de buques declarados que se encuentran en tal zona, y por lo tanto se vuelven detectables y rastreables mediante radares, no llega a ser ni una 4ta parte del número total de buques que en realidad se encuentra saqueando nuestro mar, con lo cual, la situación se torna realmente nociva para nuestra biodiversidad marina y también, nuestra tan ansiada de recursos economía nacional, la cual ve fugarse en esas naves millones de dólares en riqueza ictícola que luego deberá ser adquirida por los habitantes de nuestro país a precios estratosféricos siendo productos que surgen de la riqueza natural nacional, sin contar los miles de puestos de trabajo y el crecimiento productivo que podría representar que tales ganancias fuesen obtenidas y protegidas para aprovechamiento nacional a partir de centros logísticos portuarios.

Aunque la pesca presentó una caída del PBI del del 21% frente al año 2019, el sector aportó a nuestra economía unos 1.300 millones de dólares en el año 2020, los cuales equivalen a 100 millones de dólares en retenciones. Además de tal golpe generado por el actual escenario pandémico, el saqueo de nuestro mar de forma ilegal representa una pérdida de más de 2.000 millones de dólares por año.

¿Con que herramientas contamos ante esta situación?

A pesar del esfuerzo y compromiso de la Prefectura Naval Argentina, la lucha por detener esta depredación se hace realmente difícil: La infraestructura de nuestras fuerzas no alcanza para contener una flota de tales magnitudes.

Nuestra prefectura cuenta con las siguientes herramientas para realizar el control de nuestro litoral fluvial y marítimo:

  • 5 guardacostas, cuyo elemento más moderno fue dado de alta en el año 1983
Pesca legal: cómo controla la Prefectura Naval a los barcos argentinos que  operan dentro de las 200 millas - Infobae
  • 2 aviones: 1 Bimotor para patrullaje marítimo y 1 Airbus Militar.
  • 1 helicóptero

A este equipamiento, se suma un buque de la Armada que brinda soporte en caso de ser necesario.

La protección y control de nuestros espacios marítimos se ejerce de dos formas:

  1. Patrullaje físico in situ: Lo cual en un caso de las magnitudes que posee el de la milla 201 se torna difícil debido a la infraestructura y recursos disponibles. Este patrullaje se realiza a partir de las rutas de navegación y la estacionalidad de explotación.
  • Uso de plataformas electrónicas: El sistema guardacostas monitorea los movimientos de los buques y brinda información respecto de las características de los mismos. El protocolo se despliega a partir de que el sistema guardacostas deja de detectar la posición de los buques, es decir, desde que una embarcación apaga su sistema de seguimiento satelital para evitar ser detectado. Dichos buques se denominan “Infractores”. Cabe mencionar, que el sistema de identificación obligatorio (AIS) es obligatorio para todos los buques que se encuentran afectados por el Convenio SOLAS de Seguridad de la Vida en el Mar adoptado por la Conferencia Internacional Sobre Seguridad de la Vida Humana en el Mar. Los países con banderas que hayan adoptado dicho convenio son responsables de garantizar que sus naves cumplan con las prescripciones del mismo. El reglamento exige que se instale en todos los barcos de 300 toneladas brutas o más y comprometidos en viajes internacionales, los buques de carga de 500 toneladas brutas o más y no comprometidos en viajes internacionales y todos los buques de pasajeros, sin importar su tamaño. Cabe señalar que, en el caso de embarcaciones pesqueras, aunque muchas de ellas cuenten de forma optativa y por seguridad con tal sistema, no es exigible a nivel global, lo cual lo cual torna aún más compleja la tarea de impedir su actividad. Además, los buques que roban nuestros recursos lo hacen apagando dichos sistemas para no ser detectados y de esta forma poder moverse intermitentemente dentro de nuestra ZEE. Es por ello que los vuelos de reconocimiento visualizan una verdadera frontera de luces en la milla 201, mientras que las pantallas y radares indican una presencia 4 veces menor de buques autorizados. Al mismo tiempo, por las propias limitantes del punto anterior, sería imposible contener semejante caudal de embarcaciones, aunque fuesen detectados en mayor medida por falta de recursos.

Tanto el monitoreo como todas las demás acciones de la Prefectura Naval son coordinadas desde sus dos bases, en Comodoro Rivadavia y el puerto de Buenos Aires.

Según informaron los medios de comunicación, “el número de barcos argentinos con permiso de pesca otorgados por la Subsecretaria de Pesca de la Nación es de 70 buques, de los cuales un 50% son de capital chino radicados en el país” (Telefe Noticias – 2 abril 2021). Es fácil comprobar que la ciudad flotante de la milla 201, compuesta por cientos de buques en su mayoría chinos, japoneses, taiwaneses y españoles. escapa de tales cifras y se encuentra realizando un saqueo de forma ilegal y los controles existentes no alcanzan.

Otros conflictos subyacentes…

En nuestro mar existen otros intereses internacionales además de los pesqueros: El escenario del Atlántico Sudoccidental visto en el sentido de geopolítica y diplomacia, presenta un histórico conflicto con intereses británicos en cuanto a las Georgias del Sur, Sándwich del Sur, Islas Malvinas y la Antartida, junto a sus aguas circundantes.

En el año 1987, el gobierno isleño decidió de forma unilateral establecer la FICZ, es decir, la Falklands Inner Conservation Zone que luego fue extendida en el año 1993 para consolidar la Falklands Outer Conservation Zone (FOCZ) que casi duplicaría la extensión de la anterior FICZ. Sumado a esto, en el año 1994 Gran Bretaña amplió la jurisdicción marítima con 1900 km cuadrados entre las 200 millas argentinas y el limite de la FOCZ, lo cual eleva a 2,6 millones de km cuadrados de territorio espacio marítimo en disputa. La situación se agrava si tenemos en cuenta que desde entonces la administración isleña emprendió la venta unilateral de licencias de pesca en aguas en disputa. Esto redunda en que tal administración hoy base el 40% de su PBI en esta actividad, con un cuantioso incremento del 500% de los ingresos para el gobierno isleño. Según especialistas, si consideramos un promedio anual de 200.000 toneladas extraídas de dichas aguas, el número rondaría entre 60.000 y 150.000 millones dólares en las últimas 4 décadas.

Resulta claro que este no es solo un debate por recursos de nuestro mar, sino que estamos hablando del acceso a la Antártida y los pasos bioceánicos. Una vez más, el legítimo reclamo por la soberanía argentina en las islas Malvinas se torna clave en la geopolítica y la diplomacia actual.

¿Cuáles son las posibles medidas a adoptar?  Conclusiones.

A pesar de estos eventos y lo repetitivo de los mismos, hoy no existen los delitos penales por pesca ilegal en nuestro Código Penal. La sanción para un buque que realice pesca ilegal en nuestro mar es tan solo una formalidad administrativa, dado que consiste en una multa monetaria que puede ir de los 500 mil a los 3 millones de litros de gasoil con un mínimo de 25 a 150 millones de pesos, lo cual, comparado a las cifras obtenidas a partir de semejante depredación, resulta irrisorio. Si bien es menester establecer los delitos por pesca ilegal junto a otros delitos ambientales y de depredación de recursos naturales, es cierto que no alcanzará la legislación nacional para acabar con dicha situación por los demás conflictos globales mencionados y porque aunque la pesca no se realice en nuestra ZEE,  tampoco podemos permitir la destrucción de la fauna en aguas abiertas, sin mencionar que hoy la mayor parte de las flotas extranjeras no respetan controles ambientales ni demás aspectos biológicos y de contaminación marina.

Según especialistas, para acabar con esta situación deben articularse las legislaciones nacionales y los acuerdos internacionales como la Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible que busca eliminar subsidios y contribuciones a la pesca ilegal por parte de todos los países que hayan adoptado la misma. De esta forma, en caso de evidenciarse que los buques en altamar violaran normativas y acuerdos, se podría denunciar ante la Organización Mundial del Comercio (en el marco de los ODS) para que se apliquen las sanciones correspondientes a los países bandera de tales flotas.

Finalmente, no es posible cuidar, conservar y recomponer nuestro ambiente sin la infraestructura necesaria:  Contamos con organizaciones, profesionales e instituciones de calidad, pero no es posible garantizar el cuidado de nuestros mares sin los recursos materiales y el personal necesario para tal fin.

La extensión de nuestro mar demanda mayor presencia de las fuerzas destinadas a tal fin, y es por ello que el estado debe brindar las herramientas necesarias para que las mismas puedan realizar su trabajo, protegiendo los recursos y bienes comunes de todos los habitantes de nuestro país. Este escenario debe dar lugar a establecer una Política Oceánica Nacional que englobe todos los aspectos mencionados y abogue para el correcto manejo de nuestra riqueza marítima.

Una vez más, debemos redoblar los esfuerzos para la conservación y correcto manejo de nuestros recursos naturales, al mismo tiempo que no debemos dejar de lado los legítimos reclamos de soberanía en el mar territorial argentino y sobre las Islas Malvinas.

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