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La Ciudad no es un juego

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Los Juegos Olímpicos de la Juventud además de ser un motivo de orgullo suponen un problema para nuestra Ciudad.

En primer lugar, es una alegría inmensa que hayan elegido a nuestra ciudad como la sede de un evento internacional de esta envergadura. Sin embargo, ¿Qué ha hecho el gobierno porteño con esta responsabilidad?

Llegamos a los JJ.OO de la Juventud del 2018 en su contexto recesión. No es posible achacar la totalidad de las responsabilidades al gobierno local, pero era algo que debería haberse previsto antes de postular a Buenos Aires como futura sede. Las estimaciones indican que el costo de los JJ.OO rondaran los 4500 millones de pesos sin contar infraestructura y obras destinadas a albergar las competiciones y deportistas que ya suman otros 4200 millones gastados. Dinero que ha surgido de los aportes de los porteños. Dinero que falta en salud y educación como venimos haciendo notar desde hace tiempo.

Es válido querer organizar un evento internacional para posicionar nuestra ciudad como capital del mundo globalizado, sin embargo tenemos que pensar cuales son las prioridades que nosotros como porteños tenemos. Estimo que ningún porteño desea más albergar los JJ.OO que tener nuevamente un sistema de salud de primera.

Muchos podrán decir que esto es la culminación de una política de inclusión para el deporte, sin embargo ¿de qué deporte estamos hablando? Los clubes de barrio de la ciudad sufren graves retrocesos en términos de afiliados, financiación y actividades. Parte de esa responsabilidad es del gobierno porteño que ha mostrado poco o nulo interés en activar a las instituciones más emblemáticas de los barrios.

Otro factor a tener en cuenta es la función que estos eventos deportivos terminan teniendo para los gobiernos de turno. Sobran los casos donde olimpiadas, mundiales de futbol y otras competiciones tienen como fin último limpiar la imagen de gobiernos llenos de falencias y problemas. No permitamos que nos nublen la visión los éxitos deportivos. No dejemos que los gobiernos se apropien de las victorias de los deportistas.

Todavía falta esperar a que terminen los JJ.OO de la juventud para hacer una evaluación correcta sobre el impacto que tuvo. Podremos saber si efectivamente atrajo visitantes a la ciudad y si esto ha generado un impacto económico, o al contrario, sabremos si los porteños hemos financiado una farsa. Por el momento la única certeza que tenemos es que los servicios públicos como transporte y seguridad se han puesto al servicio de los juegos afectando la vida de miles de personas que hoy denuncian un aumento de la delincuencia y problemas para llegar desplazarse por una ciudad que ya era lo suficientemente caótica.

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