En los últimos días, se suscitó un conflicto que no es nuevo y se repite todos los años. Se trata del inicio del ciclo lectivo. Una vez más, el inicio de clases está en peligro. Este problema tiene varias dimensiones y corre en diferentes direcciones.
La remuneración es el punto clave, no puede ser que un maestro tenga que cubrir tres turnos para llegar a alcanzar un salario digno. Por otro lado, tampoco es justo que los maestros, los actores principales de la gestación de nuestro futuro, estén corriendo y mendigando atrás de la inflación. Es hora de recomponer categóricamente el salario docente, para ponerlos en el lugar que se merecen, pero no podemos quedarnos en la recomposición del salario únicamente. Debemos garantizar buenas condiciones laborales. Con tiempo e incentivo para la capacitación y la preparación de las clases. Sería interesante en este sentido, que los sindicatos también puedan ser parte de la discusión de la calidad educativa. No pueden estar reducidos solo a la cuestión salarial.
El rol docente está en crisis y se manifiesta en este conflicto. Entiendo que el desprestigio que sufre la escuela principalmente lo recargamos sobre los docentes, y la responsabilidad de esto es principalmente del Estado por todas estas décadas de abandono. Debemos avanzar hacia una verdadera jerarquización del rol del docente. Esto significa capacitación, remuneración y prestigio.
Con capacitación me refiero a una dimensión general dentro de la carrera. No solamente profundizar los cursos que otorgan puntaje, agregando nuevas tecnologías y nuevos entornos de enseñanza, sino también, dar el debate de convertirla en una carrera de rango universitaria. No puede ser que los profesorados sigan siendo todavía una tecnicatura o preuniversitarios.
Finalmente el prestigio, debe llegar de la mano de la sociedad en su conjunto. Si su tarea es prestigiada a nivel académico y económico solo queda el nivel cultural. Para esto, nuestros docentes tienen que sentirse parte protagónica de un sistema educativo, que hoy los ve como meros ejecutores de un plan y como el último eslabón. Ellos no solo son la columna vertebral del sistema, sino que necesitan que los hagamos parte de las decisiones importantes, porque son ellos los que las implementan.
Para la educación, un régimen gerencial, en el que la toma de decisiones sucede en una oficina del ministerio y se baja una circular no funciona. Toda la comunidad educativa debe estar en constante comunicación y funcionar más parecido a un círculo que a una línea.
Para todos estos objetivos, el consenso es algo indispensable. Tenemos que velar por la reconciliación de todas las partes de la comunidad académica. Directivos, maestros, padres y alumnos deben trabajar en conjunto. Pero también sindicatos y docentes tienen que ponerse de acuerdo en cómo salir de este atascamiento educativo.
La ley 25.864, decreta que el calendario escolar no puede ser menor a 180 días de clase efectiva. No podemos perder de vista esta reglamentación. Por supuesto que tampoco podemos perder de vista el art 14 bis de la Constitución Nacional, que garantiza el derecho a huelga. Por eso, la ley 25.864 contempla este problema y obliga a recuperar los días de clases perdidos. Hay que cuidar cada momento que los chicos pasan adentro de la escuela. Pero tenemos que encontrarle un sentido también.
La escuela tiene que ser pensada como política de Estado. Esto significa que hace falta una convocatoria al diálogo con todos los actores de la comunidad educativa, generando acuerdos fundantes del sistema educativo que respeten e impulsen todos los gobiernos más allá del color político que representen. Todos los países del mundo que ascendieron en los rankings internacionales que miden los resultados educativos, se caracterizan por tener políticas educativas de manera sostenida a través del tiempo y los distintos gobiernos.
En definitiva, queremos acercar posiciones. Los gremios tienen que estar a la altura de la responsabilidad que les toca llevar pero el Estado nos debe, todavía, poner a la educación como prioridad. No queremos que ningún chico se quede sin estudiar ni un día. Pero también queremos que los maestros reciban la remuneración que merecen. Duele mucho ver como los alumnos recién graduados del sistema obligatorio, no tienen en cuenta la posibilidad de ejercer la docencia por el desprestigio social y salarial que tienen. Para poner a la educación en la prioridad de todos, tenemos que forzar las señales y motivaciones del Estado para que la transformación cultural tenga lugar.
#EducaciónPrioridad